viernes, 25 de noviembre de 2011

Clouds


                                                   El cielo se cubre poco a poco de nubes blanquecinas, efímeras como las bocanadas de humo que se escapan de mi garganta. Con lentitud, impasibles, cercando poco a poco los rayos de sol, robando su supremacía eterna durante tan solo unos instantes en la infinita inmensidad del tiempo. Así como la ira, al juntarse esas pequeñas y dóciles nubes trémulas que, fácilmente, podrían representar la ignorancia o la furia del alma humana; eran capaces de borrar el cielo y tornarlo en una capota negra, furia divina, capaz de sumirnos en la total oscuridad, una terrible oscuridad, la fría e indomable oscuridad que nace de los pensamientos vacíos y de las almas rotas. Juntas conforman al tiempo un monstruo indomable, negro y frío una noche de invierno, un monstruo indomable solo dócil ante la carga de su propia furia, un monstruo terrible que estalla entre sonido y luz en un llanto gélido que cubre todo a su paso. Lágrimas capaces de borrar de la historia las más bellas historias así como capaces de dar la vida a su paso. Furia, llanto e ira, dando un antes y un después en el curso imparable de la vida. Fugaz, efímero y, en esencia, siempre eterno. Un marca de agua en el tejido del tiempo. Un haz de luz se escapa de su vestido negro, la brisa disuelve su cuerpo y tras él, el cielo.
                      Su pelo se mecía con suavidad ante una suave brisa que luchaba por formar parte de sus adentros. Sus ojos pardos robaban el brillo de un sol enfermo que moría lentamente dejando su reino a cargo de la guardiana de su eterno fuego. En su mente, nada, en sus manos, nada; en su alma, fuego. Como una rosa de cristal en un valle de hielo; eterna, bella y a su vez imperceptible dentro de un blanco manto de sueños. Sus ojos buscaban en la inmensidad la razón por la que no eran capaces de estallar en mil piezas de cristal, sus pies ansiaban un remedio que les llevara a desanclarse del térreo suelo. En, su mente, nada, en sus manos, nada, en su alma fuego. Las estrellas, desnudas en al vasto espacio negro daban a una gigantesca luna amarilla manto y corona para reinar sobre los guardianes de los más terribles sueños. Añoraba aquel azul intenso de un mar en calma, el rugido de las olas embravecidas en la tormenta, soles muriendo cada atardecer, sumergiéndose impasibles en el horizonte azul donde solo una delgada línea separa el azul mar del azul cielo que por un instante en la totalidad del tiempo se tornan rojizos y febriles al bañarse con la luz sanguinolenta de un sol muerto. La sal marina cerraba con dolor sus heridas dejando a la luz los pasos del tiempo en la arena de la piel y ella lloraba, ahora, bajo la luna cetrina, esperando que sus ojos la devolvieran el aroma del agua y el caricia de las olas mecidas por brisas benignas.
                  Vida fuiste, una vez en ese tiempo en que aún perdurabas firme e impasible ante el reloj. Muerte ansiaste cuando la vida terminó dando paso al vacío. Nada fuiste cuando te doblegaste bajo las lágrimas y te hundiste en la tristeza mas resurgiste envuelta en llamas, para alumbrar el camino que se abría hasta donde llegaba tu mirada. Ahora que el calor se consume y se funde en un infinito constante de oscuridad, cuando el fuego se debilita y dormita mecido por la suave mano que guía el conformismo, no seas por ello pasto de la mentira y de la furia de este mundo, flor liviana desprendida prematuramente del árbol madre de la sabiduría para viajar entre las furiosas aguas de la ignorancia. Preserva la cordura, rosa de cristal, el camino es largo para llegar hasta el mar donde la genialidad lucha contra las mareas que hacen danzar a los necios; donde las mentes densas, picantes y rebosantes de ansia y curiosidad se arrastran por las arenas del tiempo buscando dejar sus semillas en la negra piedra de la eternidad. Preserva la cordura, rosa de cristal, algún día nuestros vástagos podrán abrir sus alas y rozar el eléctrico azul del techo celeste que puso límite a nuestros sueños. Preserva la cordura, rosa de cristal, las nubes han sembrado sus semillas y la noche del tiempo es aún joven como para perder la batalla ante la calidez de nuestro amanecer.
                     Duerme en mis brazos y sueña con el camino, guía mis pasos con las palabras que se escapen de tus labios adormecidos, demos juntos con la senda que marcará nuestro destino y veamos juntos el renacer de un sol rojizo y vívido en un horizonte herido.  Andaremos entonces hacia la luz que encendió nuestros deseos y si desfallecemos bajo el sol podrán leerse en nuestros huesos palabras de amor que le contaran al viajero que intente retomar nuestra senda hacia el infinito que los amantes que yacen abrazados en el tiempo murieron matando la agonía monótona de un mundo moribundo persiguiendo incansables la quimérica forma del sino que prometió hacer de ellos la figura que guiaría los pasos de aquellos que, sumidos en el sueño de la verdad o despiertos en la certeza del conocimiento, se atrevieran a atravesar el negro manto nocturno hacia la iluminación matutina buscando en ella la inmortalidad del verso. 

jueves, 2 de junio de 2011

Bed.

Sobre mí, un techo blanco. Sobre mí, ella.
Sobre ella, el universo. Bajo ella, yo.
Sobre el colchón, nuestros cuerpos. Bajo él, mis miedos.
En su mente, nosotros. En la mía, sólo yo.
Su cuerpo se mecía con suavidad, degustando cada segundo, transformando la música que se escapaba de unos viejos altavoces azules en la banda sonora de un sueño, arrancando de la realidad cada instante, cada roce, cada estremecimiento de placer. Su mirada se perdía a través del techo, huyendo de mis ojos vacíos, haciendo a su cuerpo cómplice de la mentira por la que su corazón latía.
Sobre mí, un techo blanco. Sobre mí, ella.

Sobre ella, el universo. Bajo ella, yo. 
Mis manos se aferraban a su cintura atando su mente a la realidad. Mi cuerpo alimentaba la fantasía siguiendo el compás de su baile personal, sintiendo como me hacían el amor mientras yo procuraba hacerme el muerto. Caricias vacías que llenaban de poesía su tersa piel, besos fríos vistiendo su desnudez, sonrisas vanas fingiendo aquello que nunca llegarían a ser. 
Sobre el colchón, nuestros cuerpos. Bajo él, mis miedos.
En su mente, nosotros. En la mía, sólo yo.

Un dedo cálido y húmedo aventurándose desde mis labios hasta mi pecho, dibujando sobre mi piel el corazón que ansiaba poseer para sorprenderme escribiendo sobre su cuerpo la verdad sobre mi ser. Y me descubrí acariciándola con cariño, besándola con pasión , con una sonrisa sincera. Esa noche, después de mucho tiempo, hicimos el amor.
Sobre nosotros, el universo.
Sobre el colchón, nosotros. 
En nuestras mentes, vacío
En nuestras almas, amor

domingo, 29 de mayo de 2011

Vodka.

Una vida gris ante unos ojos oscuros,
Cegados por la dura realidad.
Un cuerpo frío sumido en la pasividad.
Un hombre gris ante un desalentador futuro. 
Vuela, vuela alto hacia tu aUna vida gris ante unos ojos oscuros, 
Cegados por la dura realidad. 
Un cuerpo frío sumido en la pasividad. 
Un hombre gris ante un desalentador futuro. 

Entre licores se ocultaba la gran verdad. 
Madre de los sueños, hacedora de leyendas. 
El recuerdo de una mujer, el aroma de sus prendas, 
Guardados en una botella esos sueños que ansiaba alcanzar 

Tras esos cristales, amada tu estás.- 
Repetía el hombre gris sin cesar, 
Ansiando el día en que podría volar 

Una negra gota de la botella fue a escapar 
Manchando el alma de este muerto vivo 
Librándole de aquel cuerpo que le impedía sus alas desplegar 

Hombre gris ahora cuervo sombrío, 
Alzate majestuoso lejos de la desesperación 
Que dueña es de este mundo en que vivimos 

Vuela presuroso a manos de tu amada. 
Vuela alto, no eches la vista atrás. 
Vuela, vuela alto hacia tu ansiada libertad 

martes, 1 de marzo de 2011

Una noche como esta.

                                 Vovía a casa con la mente destrozada por el alcohol y el cuerpo dolorido, pisoteado por el baile, la música y las estupideces que son capaces de escupir una manada de adolescentes exaltados. Ella no se había marchado aún y se aferraba a mi mano buscando en ella un soporte para su embriaguez. El alcohol y esa serie de hermosas mentiras que llamamos amor se confabulaban en mi contra haciéndome ver a la muchacha triste y desgastada que colgaba de mi brazo como una de los seres más bellos y graciles de la creación. La luna brillaba sobre nuestras cabezas bañando en plata la visión de una ciudad dormida y nada me preveeía de lo cerca que se hallaba mi propia destrucción...
                               Pero eso fue una historia más, una de esas historias que nos acercan a nuestros demonios y arrancan la corteza del alma tras la que se oculta aquello que somos en verdad. Una de tantas que, por miedo a vernos reflejados en la verdad sepultamos con el tiempo y despedimos diciendonos que son historias para no recordar. Ahora que el tiempo me ha postrado ante la realidad he decidio afrontar esas historias, acercarme más a mi mismo y degustar con vosotros las experiencias que me preceden. Por ello y para aquellos que os dejeís arrastrar por mis palabras os invito a compartir vuestros demonios con la promesa de que vuestro apoyo a este blog será gratamente compensado.

Saludos desde la noche.