jueves, 2 de junio de 2011

Bed.

Sobre mí, un techo blanco. Sobre mí, ella.
Sobre ella, el universo. Bajo ella, yo.
Sobre el colchón, nuestros cuerpos. Bajo él, mis miedos.
En su mente, nosotros. En la mía, sólo yo.
Su cuerpo se mecía con suavidad, degustando cada segundo, transformando la música que se escapaba de unos viejos altavoces azules en la banda sonora de un sueño, arrancando de la realidad cada instante, cada roce, cada estremecimiento de placer. Su mirada se perdía a través del techo, huyendo de mis ojos vacíos, haciendo a su cuerpo cómplice de la mentira por la que su corazón latía.
Sobre mí, un techo blanco. Sobre mí, ella.

Sobre ella, el universo. Bajo ella, yo. 
Mis manos se aferraban a su cintura atando su mente a la realidad. Mi cuerpo alimentaba la fantasía siguiendo el compás de su baile personal, sintiendo como me hacían el amor mientras yo procuraba hacerme el muerto. Caricias vacías que llenaban de poesía su tersa piel, besos fríos vistiendo su desnudez, sonrisas vanas fingiendo aquello que nunca llegarían a ser. 
Sobre el colchón, nuestros cuerpos. Bajo él, mis miedos.
En su mente, nosotros. En la mía, sólo yo.

Un dedo cálido y húmedo aventurándose desde mis labios hasta mi pecho, dibujando sobre mi piel el corazón que ansiaba poseer para sorprenderme escribiendo sobre su cuerpo la verdad sobre mi ser. Y me descubrí acariciándola con cariño, besándola con pasión , con una sonrisa sincera. Esa noche, después de mucho tiempo, hicimos el amor.
Sobre nosotros, el universo.
Sobre el colchón, nosotros. 
En nuestras mentes, vacío
En nuestras almas, amor

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